miércoles, 4 de abril de 2012

Joaquín Pérez Azaústre, presentado por Rafael Morales Barba.


Tertulia Literaria Hispanoamericana
Rafael Montesinos

Curso LIX
La Directora de la Fundación de Colegios Mayores MAEC-AECID
y la Directora de la T. L. H. Rafael Montesinos

se complacen en invitarle a la
sesión  1678ª

Martes, 20 de marzo 2012 - 19´30 horas
Joaquín Pérez Azaústre  leerá poemas publicados

presentad0 por  Rafael Morales Barba





Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos
Colegio Mayor “Nuestra Señora de Guadalupe
Avenida de Séneca, 4       28040-Madrid
Metro  Mocloa






LAS OLLERÍAS

Aún es pronto para volver a casa:
me han curvado la espalda los enanos
que he venido cargando desde siempre,
los que duermen la siesta en mis bolsillos
para ralentizar mi digestión.
Aún es pronto para volver a casa,
aunque pisé los límites.
Pensé que nadie me podría reconocer.
Escuché los ladridos, temí el polvo naranja.
Recordé la alcancía oculta bajo el mueble.
¿Qué ha sido del nervio, el escondite
bajo un muslo de reina y el metal de unas manos?
Ahora los disfraces son de piel
y miro la avenida desde lejos, ya muy lejos
del sol y de los otros,
que alguna vez volaron para aplacar mi fiebre.
Sé lo que estás pensando: aún es pronto,
y casi no he cumplido mis pactos con la vida.
Es muy pronto aún, pero qué esperas,
si tu voz se me clava en los tobillos
y me amansa la angustia, el temor de un insomnio.
Dentro, en mí, habitas aún la casa.
Otros vinieron antes, y ya la vaciaron
de ti, de tus vestidos, de tus plantas vivaces
a las que siempre hablabas de mí, entre otras cosas. 





UNA FIGURACIÓN DEL PARAÍSO

Dice un amigo mío que al paraíso
no se puede volver. Quizá tenga razón.
Pero qué es escribir, y además qué es vivir,
sino un regreso torpe al paraíso,
su escalada sin cima.
Una vez, compartimos el mismo paraíso.
Yo lo llamé Mundo,
y él prefirió llamarlo Juventud.
Aquello fue el principio y el fin de nuestro viaje.
Teníamos veinte años. Fitzgerald, Dylan Thomas
eran la bruma recia
de un álamo detrás de la ventana.
Fuimos culturalistas. Y soñamos volar.
Ahora por fin sé
que para disfrutar del paraíso
es absolutamente imprescindible
ignorar que se está en el paraíso,
y que hay un paraíso dibujado
en cada uña del tiempo, en cada amanecer,
y hay que reconocerlo igual que un labio hermoso
que va a desvanecerse si se toca.
Dice un amigo mío que al paraíso
no se puede volver:
quizá porque él, ahora,
ha encontrado su propio paraíso
y lo ha reverdecido con ese musgo tenue
que le ha hecho hasta olvidarse de su sombra,
alambique del árbol espumoso
en una región nórdica y durmiente.
Quizá sólo es posible nombrar el paraíso
si se ha dejado atrás. Quizá entonces podamos.
Nunca fuimos mejores
que antes de abandonar nuestro banco en la hierba:
cuando una hora de sol,
brindando en la Ciudad Universitaria,
era la credencial
del cuerpo diplomático del aire.



RESIDENCIA DE ESTUDIANTES

Fueron los dos veranos de la conspiración.
Me había confabulado con un hombre invisible
que habitaba ya dentro del espejo
y había previsto el paso de mi paso en la tierra.
Abría la ventana y las contraventanas
de mi cuarto encendido, y había una cortina
de chopos derramados en la lluvia caliente
junto al sendero antiguo del canal.
La transitoriedad tiene estos guiños:
podía atarme a la mesa y escribir
la primera novela, en una habitación,
quizá donde una vez brillara el mar dormido
después de una comida hablando del gin-tonic
como enciclopedistas. Pero ella despertó
después de aquella siesta, y ya se había marchado
para no volver más, aunque volviera.
Y yo mientras vivía y escribía.
Durante dos veranos. La vida en dos veranos
mientras tu propia vida adelgazaba
al otro lado tenue de una llamada corta,
con toda la familia celebrando mi santo,
reunida para mí lejos de mí,
brindando con un vino
que era también mi sangre apelmazada
para todos vosotros: mi sangre de escritor
demasiado lejana de mí mismo,
de tu casa y de ti. Aquí, mientras, dormía
en una fiesta cósmica y secreta
el sueño de unos hombres que no éramos nosotros.


  

LA ESCALERA DE PIEDRA

1

Subimos la escalera de naranjos del tiempo.
Están todos nevados. Podemos encontrar
la ruta del domingo sin la cara manchada,
el agua en la pileta como celebración
de las horas cortadas por un papel de lija.
Quién pegará después las fotos sobre el álbum,
la de un niño con huesos de un metal muy ligero
tratando de encontrar el secreto del torno,
la mecanografía del examen del sol:
doscientas pulsaciones son pocas por minuto,
ordenadores nuevos, metalurgia de aceite,
ganar la oposición al norte de la vida.
No hay huellas en la escarcha, la helada es el silencio.
¿No queda nadie aquí? ¿No brillan las naranjas
como al final de un túnel bajo el arco perpetuo?
Porque también tú las recogerás,
los frutos de la tierra y del trabajo,
y subirás también los escalones
sin fijar las pisadas, sin romper el paisaje
de su saber extraño, de su verdad caliente,
con la temperatura leal que dan los años
y su incierto linaje. Aquí me encontrarás,
y dentro junto al fuego, custodiando tu silla
en otra tarde blanca, sin códigos legales,
como una única ley grabada en esta piedra.
No te quedes ahí fuera. Pasa y siéntate, amigo.


2

Hace tanto frío fuera, junto al corazón verde
de caídas musculares, bajo el humo de escarcha
de los sueños humildes, que ya no es suficiente
con esa gabardina de las razones puestas,
del encono perpetuo, memorial, discursivo,
que casi siempre encuentra un argumento
para justificarse. Hace tanto frío fuera,
y brilla tan helada la sábana fluvial,
dura, de la piscina, y está el aire tan roto
y son tan diminutas las grietas en los dedos
al recoger la leña para encenderla ahora,
que sienta bien pensar que todos estáis dentro,
que hay un sitio esperando y una copa de luz.
Hace tanto frío fuera, hace ya tanto frío,
que la carnosidad de cualquier hoja
sólo busca abrazarse lentamente a la tierra,
como si un peso antiguo, de blancura invisible,
nos pusiera las manos suavemente en los hombros,
y nos abriera un surco entre el manto de nieve:
nuestro camino de regreso al porche,
allí donde descansan los veranos dormidos
con el fuego sonoro del mantel en la mesa.
        
                                  JOAQUÍN  PÉREZ  AZAÚSTRE






Joaquín Pérez Azaústre, Marisa Calvo  y  Rafael Morales Barba





























































PRÓXIMAS  SESIONES




10 de abril

Jorge Díaz Leza.
Presentado por Aureliano Cañadas.



17 de abril

María Antonia Ortega.
Presentada por Ignacio Gómez de Liaño



24 de abril

Juan Ruiz de Torres.
Presentado por Óscar Barrero 

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