miércoles, 22 de febrero de 2012

Curso LIX. Beatriz Hernanz, presentada por Balbina Prior.


Tertulia Literaria Hispanoamericana
Rafael Montesinos

Curso LIX
La Directora de la Fundación de Colegios Mayores MAEC-AECID
y la Directora de la T. L. H. Rafael Montesinos

se complacen en invitarle a la
sesión  1674ª

Martes, 21  de febrero 2012 - 19´30 horas
Beatriz Hernaz  leerá poemas de
Los volcanes sin sueño y de otros libros

presentada por  Balbina  Prior




Tertulia Literaria Hispanoamericana Rafael Montesinos
Colegio Mayor “Nuestra Señora de Guadalupe
Avenida de Séneca, 4       28040-Madrid
                                                 Metro     Moncloa








POEMAS DE LOS VOLCANES SIN SUEÑO
BEATRIZ HERNANZ





ELEGÍA EN LOS ROQUES


Arrastro mi maleta azul
por las calles tristes de Caracas,
aguardando  la revelación silenciosa de mi vida,
una misma luz que germina en los ocasos,
fruto dulce del agua y del delirio.

Vuelo en un antiguo bombardero,
y los poemas resuenan
entre  los  corales perdidos del silencio.

Regreso al mar,
a su esponja de heridas
que disuelve la espuma de los días.

Ya no hay sombras, sólo azules,
mi piel es una turquesa que palpita,
un soliloquio marino de adioses y esperas.

Me convierto en el anfibio dulce que fui,
arena sin tiempo en el ardor callado del abismo,
gozosa metamorfosis,
que viene como el día,
envuelto en la dócil luz del mar,
luz sin deseo que corre al encuentro del agua.











La extranjera
con las manos entrelazadas de nubes
la que se filtra en las ciudades
deshilando su soledad ajena.

Luminosa como un sargazo
triste.

Con los párpados como volcanes,
arrojando  desolación y hermosura.

La extranjera
la que habita un nombre huérfano,
deshojando océanos y  países,
por los caminos del miedo.

Tiritando como un volcán sin sueño,
se viste en habitaciones ausentes,
cubre sus huesos de humo
como  soles negros del agua.

Y guarda su voz de arena
en las bitácoras del hambre.









LA CUARENTENA                         Só na  morte não somos estrangeiros
                                                                           Eugenio de   
                                                                                Andrade

                            I

Oigo la señal del alba, cabalgando en los caminos,
 como si todo estuviera dentro de mí,
la vida que empezara más allá de los vientos,
-azul de vértigo en el cielo-.
Recuerdo que una noche oí el mar.
El sol oblicuo desembarca en el pasado,
es como volver a empezar.

Los rumores dolorosos de las pirámides calladas
los ojos quemados, derribados por los ciclones
disuelven la tragedia  en piedra volcánica.
La fiebre vela en los arrecifes,
en el zócalo del océano
por voluntad de la marea.
Pero las algas ocultan el camino,
las aristas del agua,
sus escondrijos oscuros de coral.

A contraluz de un sueño
me abrasa el sol de un mundo
que disipa las penumbras del pasado.

Este es el lugar al que pertenezco ahora:
aun estaré aquí, lejos de las venganzas,
en este lugar donde siempre supe que tenía que venir,
sin hambre y sin miedo al final del viaje.
Pertenezco a este lugar
que no pertenece a nadie,
a esta selva que me devorará
en sus  entrañas vegetales
hasta que vuelva a ser ,
vestida del silencio que defiende de la muerte
una luz de agua que sueña con el mar.









                                                                           ahora
                                                                                              en esta hora  
                                                                                              inocente
yo  y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada

A., Pizarnik

                   II

Desconocida y luminosa revelación:
al final, todos somos pobres
en el lugar de los ecos.
Soleada y vacía mañana de domingo
murmura la selva sus susurros,
se desliza un jaguar en la penumbra verde de Tikal.

Contemplo las aguas oscuras del lago:
la tierra está entretejida de serpientes,
-nada quedará en mi nombre-,
las jacarandas en flor,
efímero tapiz violeta,
que llega, como toda sangre
al lugar de su quietud.

Generaciones que avanzan como la espuma,
leves,  perdidas,
legado invisible  de las ciudades.

Vuelvo a los lugares
de los que no me quise ir,
a ese viejo nuevo mundo,
al  salón de los espejos del tiempo.

Lavo mis miserias en este mar
glauco de agua y sueño
con mansedumbre de plata.

Sagrada e incompleta
amo ferozmente a mi adversario,
no invento ningún juego
no poso ante ningún espejo.
Construyo mi fortaleza
con terquedad de pirámide
en ciertas calles secundarias,
con la memoria puesta al sol
de los libros sin sombras
-sin ellos, estaría a oscuras -.

Vestida de silencio, me defiendo de la muerte.
Cantando,
toco la materia del mundo
-el viento obliga a la lava
a agarrarse a las piedras-.

Ahora la vida lo invadirá todo
desde la cara oculta del sol:
soy mariposa negra que escala
su pirámide de plata verde en llamas,
 luna rebelde, oculta en  los volcanes sin sueño.






Beatriz Hernanz,  Marisa Calvo  y  Balbina Prior










Balbina  Prior




Beatriz  Hernanz




































































PRÓXIMAS  SESIONES


28 de febrero                   
                               
                                               Ricardo Virtanen.
Presentado por Luis Alberto de Cuenca.




   6 de marzo
                           
Alma Pagés.
Presentada por Miguel Losada.




13 de marzo

Maxi Rey.
Presentado por Óscar Martín Centeno.



20 de marzo

Joaquín Pérez Azaústre.
Presentado por Rafael Morales Barba.



10 de abril

Jorge Díaz Leza.
Presentado por Aureliano Cañadas.









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